Prevenir y, en su caso, atender y reparar el daño de las víctimas de maltrato es una tarea que requiere el trabajo en red de profesionales de diferentes ámbitos y disciplinas e implica, necesariamente, una coordinación eficaz. Sólo de esta manera se llegará a erradicar la violencia contra niños y adolescentes y mejorará la atención a los / las que son víctimas de malos tratos. Por ello, este nuevo Protocolo de actuación ante los malos tratos en la infancia y la adolescencia en el ámbito de la salud amplía su alcance a los profesionales de la atención primaria y comunitaria, e incide en el buen trato al niño en su máxima amplitud para, de este modo, no tener que resolver las consecuencias de una negligencia en la atención .
Entre los diversos avances que aporta este protocolo, cabe destacar la preocupación por evitar la victimización secundaria de los niños y adolescentes, mediante la utilización de recursos sencillos como evitar las diligencias repetidas y adecuarse a criterios de mínima intervención, celeridad y especialización, y así reducir y no prolongar de forma innecesaria su sufrimiento. Asimismo, se quiere dar herramientas a los profesionales en su actuación para ayudar a diferenciar lo que puede ser maltrato de lo que no, reducir el margen de interpretación subjetiva y favorecer su detección y notificación. Cualquier forma de violencia ejercida, sustentada por un modelo social heteropatriarcal, es inaceptable en una sociedad moderna y avanzada, y es aún más grave e injustificable cuando quien sufre esta violencia es un niño o un adolescente y ésta se produce en el ámbito familiar, espacio de protección y seguridad.